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Tiempo de recuerdo

Viajar en el tiempo. Un gracias a lo largo.

Queridos amigos, amigas del Poeta Julián Andúgar en general y de Ángeles Alcaraz en particular, aunque en este artículo son casi sinónimos:

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Llegó… Llegó junio de 2024 y, con él, un punto de partida. Lo es en sus dos significados: por un lado, decimos hasta luego y por otro, comienza una nueva etapa. Celebramos lo felices que nos ha hecho Ángeles durante sus años como profesora... ¡Y lo feliz que va a ser ella a partir de ahora!

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Quería aclarar que, mientras escribo estas palabras, no soy una docente del Poeta. Compartimos centro, sí, sabéis que soy Cristina, de Lengua. Pero, sin desmerecer lo maravilloso que es encontraros por los pasillos (ja ja…), tengo que deciros que, en el IES Poeta Julián Andúgar, ya tuve antes un privilegio mayor: yo fui alumna de Ángeles Alcaraz.  Bueno, fui y soy… Creo que la mirada de los estudiantes que quieren a sus profesores y se sienten queridos por ellos condiciona ese vínculo para siempre.

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De hecho, a pesar de ser compañeras ahora y tenerla como jefa de estudios… nunca he conseguido verla ni más NI MENOS que como mi profesora. La experiencia de coincidir me ha valido para confirmar que ese vínculo es indeleble y que perdura. 

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Muchísimos alumnos/as han pasado por el Poeta y varios hemos vuelto como docentes, coincidiendo con aquellos y aquellas que nos dieron clase. Se crea, entonces, un extraño juego de espejos donde los planos se funden y se confunden… La propia Ángeles es ejemplo de esta especie de relevo que el Poeta ha ido generando.

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Decía que estamos en junio de 2024, pero vamos a viajar en el tiempo hasta los últimos años noventa del ya extinguido siglo XX. Los amigos/as acabábamos de abandonar el colegio… Además, “la prima de la prima de una amiga” nos había revelado leyendas sobre el anonimato atroz del instituto: -Madre mía, allí hay muchísimos alumnos -y era verdad-, vienen de Fortuna, ¡hasta de Abanilla! -y era verdad-, no creáis que se parece a la escuela, donde solo hay dos grupos: el A y el B  -y era verdad… ¡Nuestro grupo llevaba la letra “K”!-  Además, ahí los profesores no os van a conocer porque, claro, tantísima gente, cada uno con su nombre, eso es imposible… Ya veréis como van a lo suyo, explican la lección y a otra cosa, porque no tienen ni tiempo para más… -y eso fue absolutamente falso-. 

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Nos recibió nuestra tutora con toda la ternura, con esa cercanía, con su clarividencia (irónica, a veces) y con el quitamiedos de la palabra amable y la sonrisa. Fue un alivio no solo conocerla, sino reconocerla… Nos explicó que iba a ser nuestra profe de Inglés, nos resolvió todas las dudas y nos enseñó lo absurdos que pueden ser ciertos reparos.

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Hablaba estos días con amigos/as de ese grupo y la verdad es que hay recuerdos varios, que van desde los concursos de tartas del departamento de Inglés hasta las cartas (en papel) que aún guardamos de nuestros “penfriends”. Pero no voy a aburriros con ellos ahora… Voy a esbozar solamente dos puntos que, de alguna forma, ilustran cómo veíamos nosotros a Ángeles como profesora:

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1) El primero de esos recuerdos, dentro del aula, tiene que ver con una palabra que comenzábamos a oír: “project”. Ahora está en boga el aprendizaje por proyectos, pero por aquel entonces, si hacíamos alguno era en Inglés. Pues había un “project” que contemplaba la redacción de unas vacaciones ideales y un amigo me contaba hace poco lo que había puesto en esa redacción: sus vacaciones ideales consistían en un viaje a las Bahamas con Ángeles Alcaraz. Me decía: -Que yo no quería hacerle la pelota ni nada… ¡Era por el cariño que le teníamos! Y allá que ilustró, en su cartulina y todo, las vacaciones ideales con Ángeles.

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2) Algunas muestras de ese cariño sucedían también fuera del centro. Claro, al ser “del pueblo”, a veces coincidíamos. Recuerdo, por ejemplo, que durante las fiestas de Santomera participábamos en el desfile con nuestra carroza. Entonces, cuando quedaba poco para llegar a la plaza donde sabíamos que Ángeles estaría, empezábamos a decir: Oye, coge un bocadillo, palomitas, no sé qué… que ahí seguro que está Ángeles. ¡Algunas veces estaba, también, Teresa! Y desfile tras desfile, durante los años del instituto, pero también después, llegábamos a ese punto y pensábamos en “nuestra cita”.  Hay otra situación igualmente repetida. Estar tomando café entre amigos/as y que alguien dijera: - ¡¿Sabéis a quién he visto?! En el supermercado (o en la plaza del Ayuntamiento o donde fuera…) ¡¡A Ángeles Alcaraz!! Me ha dado recuerdos para vosotros, me ha preguntado qué tal estáis”.  -Ah, ¡¿sí?! -respondíamos- Qué alegría, y ¿¿cómo está ella??  -Ella… ¡¡Ella está igual!!

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Así que, querida Ángeles, a modo de conclusión, te cuento que entre todos llegamos a una certeza: queríamos que supieras que estas sensaciones descritas son las que tú nos trasladabas, que sí nos llegaban y que sí atesoramos, todavía, esa emoción de saber que te importábamos. Entiendo que es el horizonte máximo de cualquier docente: que sus alumnos y alumnas sepan que son importantes para él, para ella. Siempre, claro, desde el cauce de la asignatura… Tú nos transmitías pasión por el Inglés y también entusiasmo por enseñar. Para algunos has sido, incluso, una de esas influencias determinantes que nos contagian la vocación. 

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Y, bueno… aunque ya no estén Los fusilamientos de Goya pintados en la pared o al pabellón C le hayan ido creciendo aulas, quienes ya estabais ahí cuando otros llegamos simbolizáis lo genuino del instituto. Por eso va a ser tan raro el centro sin ti.

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A menudo decimos “este es mi instituto” … Pero ese posesivo, a veces, es de ida y vuelta: también tú, Ángeles, eres del Poeta.  

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Ha sido un privilegio contar contigo como profesora y es un lujo poder desearte ahora todo lo bueno en esta etapa de júbilo que comienza. 

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Parece claro que, si pudiera decir lo que siento, te diría: quédate. Pero, como sé que es imposible, diré simplemente: GRACIAS.

Con cariño, una alumna.
 

Investigación científica en Biología

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